“Dos cuervos se desafían a ver cuál conseguía volar más alto llevando un saco, del cuál solo concretaron el tamaño.
Uno llenó el saco de algodón y el otro lo llenó de sal.
De pronto empezó a llover y la sal se disolvió mientras que el algodón se empapa y el saco se hizo tan pesado que el cuervo poco previsor no tuvo fuerzas para seguir y tuvo que rendirse.”
Continuación del
cuento por mí misma:
(Los cuervos se desafían). Ocurrió lo que ocurrió .
El cuervo que tenía el saco de la sal (al que le llamaban
Livesey) continuó su recorrido hasta parar en una montaña cercana. Livesey veía
que su compañero estaba abajo: se había rendido. Livesey gritaba el nombre de
su compañero; que se llamaba Hawkins.
Livesey bajó al lugar donde se encontraba su compañero.
Hawkins estaba cansado, se le veían las alas negras apoyadas sobre su gruesa
capa de piel, cubierta de plumas. Lyvesey dice:
-Hawkins deberías de haber tenido más cuidado, podrías haber
tenido un accidente en el ala, y no poder volar más, nunca más.
- Ya lo sé Livesey,
ahora lo único que quiero es irme, estoy agotado y rendido.
-Vale, cuando recuperes fuerzas, sí tu quieres, empezaremos
este desafío.
-Estoy de acuerdo. – Dijo con la voz ronca.
Livesey, triste por su amigo, que no está en un buen
estado, se va a casa reflexionando
sobre, por qué hicieron ese desafío. El cuervo, pensando en su amigo va volando por un callejón; sin que nadie lo
esperara había un cazador. Tenía una cicatriz en la cara, un ojo verde y otro
azul, y en la mano tenía cogida una escopeta, apuntando a Hawkins.
Livesey asustado, muy asustado, intenta salir volando pero,
el cazador le ata con una cadena las patas, y pasan unos segundos mientras el
cazador prepara una jeringuilla para los amigos cuervos.
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